Compartimos la carta presentada por la Unión Latinoamericana de Pacientes con Enfermedades Raras / Huérfanas / Poco Frecuentes haciendo referencia a la presencialidad escolar durante la pandemia de COVID19 que estamos padeciendo:

La misma es firmada por Florencia Braga Menéndez y Carolina Oliveto (Argentina), Lic. J. David Peña Castillo (México), Sra. Martha Herrera, (Colombia), Sra. María Lourdes Rodríguez (Perú), Sr. Pablo Correa (Uruguay), Lic. Eliecer Quispe (Ecuador), Sra. Amira Awanda y Sra. Regina Próspero (Brasil), Lic. Linda Gabriela Díaz (Panamá) y Sr. Víctor Rodríguez (Chile).

El documento que compartimos a continuación también se puede descargar haciendo clic aquí.

 


 

“A lo largo de la historia, decisiones desacertadas resultaron en grandes tragedias para la humanidad. Los ejemplos son infinitos.

La pandemia que hoy mismo vulnera al planeta Tierra nos ha demostrado algunos aspectos que son incontrovertibles; por ejemplo, no hay un solo experto que haya podido explicar correctamente hasta este momento lo que está sucediendo ni lo que vendrá en el futuro para la humanidad, solo suponen, solo siembran expectativas, las que hasta hoy han cosechado frustraciones. Otro ejemplo es que nadie atiende a comprender en qué punto la pandemia permitirá el inicio de la nueva normalidad. Otro, que los sistemas de salud mundiales escenificaron una obra a la que la pléyade de pensadores de la Grecia Antigua se hubiera referido como el arquetipo de una obra dramática.

No hay un solo país que pueda asegurar tener bajo control al Sars-Cov-2 pues evidentemente el virus es el que hoy controla con base a descontrol todo lo que está sucediendo en nuestro planeta.

¿Por qué nos hemos ocupado en referir lo anterior? Por los niños, los pequeños, aquellos a quienes pretenden enviar, en el corto plazo, a clases presenciales. Nos preocupa no poder entender a quienes están decidiendo que este sea el momento de hacerlo. Porque si ya hablamos de que no hay un solo experto en el mundo que pueda entender el maremágnum en el que nos colocó la pandemia, me es difícil pensar que quienes están sometiendo a consideración esta iniciativa tengan la información precisa y certificada que los lleve a sugerir que es oportuno y confiable poner a nuestros niños y jóvenes de nuevo en las aulas.

¿Se habrá puesto a pensar, quien lo está decidiendo, la enorme cantidad de variables a controlar que devienen del hecho tan solo del tránsito de casa a la escuela, de la escuela a la casa, de la interacción con los compañeros, de la cercanía con el profesorado, del sinfín de espacios susceptibles de ser tocados, esos a los que hoy se les tiene tanto cuidado y luego, cuando lograron regresar a casa, si la interacción con sus padres, abuelos y familiares en lo general será segura?

Algo de lo poco que sabemos es que los sprays de nanopartículas actúan de manera muy agresiva en espacios cerrados (salones de clase), en donde no solamente hay interacción oral, también hay reacciones corporales que presentan estornudos y tos, dos de las condiciones que generan la mayor cantidad de contagios en el mundo. Las aulas tendrían que tener un sofisticado sistema de sanitización. Los alumnos deberían estar vacunados, igual que los profesores y los trabajadores administrativos y de intendencia. Quizás así se tendría el control que permitiera la tranquilidad en estos espacios educativos y que ayudara disminuir el contagio. Sin embargo, por más que buscamos información acerca de algún país que haya podido avituallar efectivamente esos espacios, haciendo un trabajo que contemple todo el círculo virtuoso de atención que se tiene que tener, lamentamos decir que no encontramos ninguna información al respecto.

Ahora bien, seguramente no serán los niños los más afectados, sino aquellos cercanos a ellos, los adultos con comorbilidades, edades avanzadas y propensión a deterioro por causas diversas. Esa circunstancia puede llegar a ser incontrolable y la peor condición que podría llevarnos a dar vueltas otra vez en un círculo sin fin.

Este tipo de decisiones, lamentablemente, tienen que ver básicamente con dos tipos de intereses, los económicos y los políticos, como todo en la vida. Evidentemente hoy a estos componentes debemos acotarlos a la prioridad que marca la actualidad mundial. Deben someterse al arbitrio de lo fundamental: la protección a la vida.

Antes de que empecemos a lamentarnos, construyamos el mejor esfuerzo para evitar que el regreso a clases presenciales sea precipitado y termine por convertirse en un abismo de dolor y desesperación. Estamos a tiempo de prevenirlo. Como decían nuestras abuelas, sé paciente para que la recuperación sea completa, no seas imprudente y quieras adelantarte, si no va a resultar más caro el caldo que las albóndigas. Las abuelas tienen razón.

Amigos, esta es nuestra opinión, una que podemos encontrar en un universo de más de 7600 millones de personas en el planeta Tierra. Es nuestra contribución, nuestro grano de arena en un mar embravecido.”