Edema Macular Diabético o EMD
¿QUÉ ES EMD?
Las personas que viven con diabetes y que tienen niveles altos de azúcar en la sangre (glucosa) durante un tiempo prolongado, corren riesgo de desarrollar EMD.
El EMD ocurre cuando se dañan los vasos sanguíneos de la retina (la capa sensible a la luz) ubicada en la parte posterior del ojo. Estos vasos pueden filtrar líquido hacia el ojo y causar hinchazón en la mácula (la parte central de la retina), y, por lo tanto, pérdida de la visión.
El EMD es la causa principal de pérdida de visión en las personas que viven con Diabetes.
La retina es la capa posterior dentro del ojo que capta las imágenes que vemos y luego las envía al cerebro.
La mácula es la parte central de la retina, responsable de nuestra visión más fina. Se utiliza para leer, conducir un automóvil, reconocer caras o colores y ver objetos con gran detalle.
Los síntomas pueden incluir:
– Visión borrosa u ondulada.
– Los objetos pueden cambiar su tamaño.
– Los colores pueden parecer opacos o descoloridos.
– Dificultad para ver con luz brillante o deslumbrante.
– Dificultad para leer o conducir.
– Espacios o puntos oscuros que aparecen en su visión.
Tratamiento del EMD
Algunas proteínas, cuando se encuentran en niveles más altos que los normales, pueden producir el crecimiento de vasos sanguíneos anormales o dañar los vasos sanguíneos normales en la parte posterior del ojo. Ese daño, o la generación de vasos anormales pueden resultar en la pérdida de líquido en el ojo, produciendo hinchazón y pérdida de visión.
A través del bloqueo de estas proteínas, los medicamentos ayudan a reducir la pérdida de líquido y por lo tanto mantener o incluso hasta mejorar su visión. Estos fármacos, que estabilizan los vasos sanguíneos y frenan la formación de vasos anormales, se llaman antiangiogénicos. Estos agentes se administran a través de inyecciones intravítreas (en el ojo) bajo anestesia local con cierta frecuencia. Este tratamiento puede retrasar la pérdida de la visión y/o mejorarla. Por lo general, éstos tratamientos son considerados crónicos porque requieren que se sostengan en el tiempo.
Existen distintos tipos de antiangiogénicos y su médico decidirá la mejor opción para usted que controle la enfermedad y permita extender el intervalo entre una inyección y la siguiente.
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